El cambio de paradigma político
Juanita León
Al tener acceso a todas las herramientas de publicación que ofrece la Web 2.0, la audiencia ha entrado a competir directamente con los periodistas en la narración de historias íntimas, en la reportería de sucesos y en el análisis.
Esto tiene una consecuencia directa sobre la democracia. Jean-Francois Fogel lo dijo claramente en su artículo 20 apuntes sobre el ciberleviatán: mientras los medios tradicionales le permitían al lector o al oyente sentirse “un fragmento de la conciencia colectiva” al identificarse con el contenido que le proveían o rechazar esa conciencia, Internet le ofrece una tercera: “ser el creador, promotor de la conciencia colectiva al comportarse, no en calidad de receptor, sino como emisor de contenidos”.
Y luego agrega: “La opinión pública ya no tiene ánimo sino sitios favoritos y conexiones”
En la misma línea, un nuevo libro, Netocracia, de Alexander Bard y Jan Soderqvist, analiza las implicaciones de la revolución digital sobre la democracia y considera que en este campo ha habido un cambio de paradigma: dicen que el nuevo régimen político girará alrededor de las redes. En la netocracia, una persona no es igual a un voto. Un miembro de la comunidad equivale a un voto, pues lo que importa es la influencia a través de las redes.
Todas las decisiones políticas significativas se toman en grupos pequeños y exclusivos. “El poder pasa de los clubes de la burguesía al mundo virtual”, dicen. “El estatus y el poder no dependen ya de riqueza, títulos, género o raza, sino de la capacidad individual de adquirir y manejar información”.
Porque la moneda de cambio en la netocracia ya no será el dinero sino la capacidad de convocar la atención de las redes. Es a través de las redes que los temas comienzan a entrar en la agenda pública. Lo clave es acceder a las redes que verdaderamente tienen influencia. E incluso, si se logra influir a través de los medios masivos de comunicación, la web se convierte en el nuevo escenario de la resistencia política, de la oposición.
A través de Youtube, de Flickr, de los blogs y de Twitter, la circulación de la propaganda negativa es incontrolable. Los asesores de imagen comienzan a ver las limitaciones de su capacidad de controlar la percepción de su candidato. La imagen del candidato comienza a ser construida por los ciudadanos, y su mejor
opción, es ser lo que es. En la web, todos somos transparentes.
* Abogada de la Universidad de los Andes, dirige el sitio de Internet www.lasillavacia.com
Artículo Publicado en http://www.notauniandina.edu.co/html/NU30/NU-visible.pdf