Por Camilo Cruz*
Al margen del espíritu de celebración con que las autoridades nacionales quisieron cubrir la conmemoración de los doscientos años del grito de independencia, miles de personas de distintos acentos se tomaron las calles de Bogotá para recordarnos que no todo anda bien en el país.
Dos multitudinarias movilizaciones se tomaron la ciudad durante la conmemoración del bicentenario de la independencia: la campaña ‘200 años: de la independencia a la emancipación’ y la ‘Marcha Patriótica y Cabildo Abierto por la Independencia Nacional’.
La primera movilización organizada por el pueblo guambiano o la nación Misak tenía como propósito destacar la otra historia colombiana, la de los pueblos indígenas, historia de 518 años de resistencia y 200 años de lucha por la pervivencia de su cultura, dignidad y territorios.
Más de 2000 personas entre Guambianos y representantes de organizaciones sociales se concentraron el día 19 de julio en la plaza de San Victorino para sentar su voz de denuncia ante el trágico panorama de las comunidades indígenas colombianas, para quienes la independencia no es sino otro capítulo del despojo iniciado hace mas de 500 años.
La otra gran movilización, denominada ‘Marcha Patriótica’ logró concentrar durante tres días en la Capital a más de 20.000 estudiantes, campesinos, indígenas, afrocolombianos y trabajadores de diversos rincones del país, los cuales sufrieron de la estigmatización de las autoridades y la invisibilización de los medios de comunicación.
Con un tono nacionalista denunciaron el posible fraude electoral ocurrido en las últimas elecciones, el aumento de los índices de miseria, concentración de la tierra y de la deuda externa.
Como exigencia pedían una nueva convocatoria a elecciones, una reforma a la constitución, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, el reconocimiento de los derechos de las víctimas y la negociación del conflicto, todo esto bajo el reconocimiento de los movilizados como constituyentes primarios.
Ambas manifestaciones rompieron el tono unísono de celebración que quisieron darle al bicentenario las autoridades culturales y políticas del país, recordándonos que no solo la imagen de festejo o felicidad es el componente de eso que identificamos como ‘colombianidad’, sino que el dolor, la tragedia y el devenir trágico de una realidad violenta son también componentes de un joven Estado que aún no es una nación.
*Politólogo de la Universidad Nacional
**Fotografía WikiCiudadanía
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