martes, 11 de mayo de 2010

Una defensa mediática


Por Estefanía Uribe W

Quien debería estar en la cárcel por lo sucedido en el Palacio de Justicia no es Plazas Vega, ni Petro, ni Navarro, ni ninguno de los militares que hicieron la retoma. Esa es una responsabilidad política que única y exclusivamente le corresponde al doctor Belisario Betancur. Sin embargo, parece que al ex presidente ya le abrieron un expediente para eso, y esperemos que sea condenado con la misma severidad que el coronel retirado.

Supongo que por eso el presidente actual, Álvaro Uribe, decidió irse lanza en ristre en contra de quienes han sido más férreos opositores, valiéndose de la inmensa popularidad que tiene, para que la gente linche moralmente (hasta ahora, y esperemos que no se lleguen a agresiones físicas) al ex candidato presidencial Gustavo Petro. ¿Por qué, por ejemplo, ni él, ni su sirviente Arias se han atrevido a señalar a Pabón y a Patiño, también pertenecientes al M-19? Porque ahora, al igual que la familia del inmolado Pizarro, pertenecen a su gobierno y a la horda de áulicos que no escatiman en elogios para defender al precursor de la Seguridad Democrática.

La memoria selectiva del presidente, además, es asombrosa. El señor, más en defensa propia (¿autodefensa?) que en defensa de sus excelsos militares, esos que lo patean y se le orinan a uno encima por gritar, mientras hacen esto "¡Viva Piedad Córdoba!" para demostrarles que sus actos repugnantes en ningún momento logran acabar con el espíritu ni con la rabia, proceden a violar y a escupirle, dentro de la delegación de policía,  ante los ojos retratados del doctor Juan Manuel Santos y el ex ministro Holguín Sardi a dos mujeres que se resistieron a irse a sus casas a las dos de la madrugada alegando que en el país (aún) no se había instituido ningún toque de queda; el señor, vuelvo a lo de su memoria selectiva, de repente olvida que la toma del Palacio por parte del M-19 fue financiada por el primo hermano de su asesor, el señor José Obdulio Gaviria, quien fuera también abogado del extraditable Pablo Escobar Gaviria. 

 Se le olvida entonces que Gustavo Petro estaba en la cárcel para el momento, que Navarro en Europa y que todos los que quedaron vivos, precisamente sobrevivieron al Holocausto habido ese 6 de noviembre por no haber participado del asalto. De Petro se sabe que, por otro lado, no llegaba a ser ni siquiera un combatiente de segundo mando para esa guerrilla, y eso el presidente lo sabe, como sabe también que, en cambio, Rosemberg Pabón sí participó activa e intelectualmente en otra toma: la de la embajada de República Dominicana.

De repente pasó de ser uno de los senadores que firmaron el acto legislativo que amnistiaba a todos los miembros del Eme, a señalarlos en su condición de primer mandatario como los únicos responsables de los dolorosos hechos acontecidos durante ese día. Lo hace de manera selectiva, por supuesto, porque es Petro quien ha señalado sus vínculos con los paramilitares, sus violaciones a los derechos humanos y quien ha prometido llevarlo a una corte internacional en caso de que la justicia colombiana no lo condene.

Uribe tiene miedo porque sabe lo que se le viene a él y a su honorable ejército con la responsabilidad política que no ha admitido sobre las ejecuciones extrajudiciales, el espionaje a la oposición y esa cacería criminal que todo el mundo parece aprobar en pro del engendro de la Seguridad Democrática y su finalidad de acabar, a costa de lo que sea, con la guerrilla de las Farc. 

Todo delito, entiéndase, todo delito cometido por el actual gobierno para sostener su programa de seguridad, desde la compra del voto de Yidis y Teodolindo para sacar adelante la reelección hasta el asesinato de los miles de muchachos que el ejército hizo pasar como guerrilleros dados de baja, son aprobados por una inmensa mayoría fanatizada y llena de odio en Colombia. Por eso el astuto Juan Manuel decidió cobijarse y acudir al mantra de Uribe para ser elegido. 

Por eso hoy cualquier persona que se atreva a cuestionar el proceder del gobierno es estigmatizada y detestada. Por eso personajes tan idiotas y corruptos como Andrés Felipe Arias y Armando Benedetti son objetos de adoración de muchos ciudadanos. Y por eso, quizá, para él sea muy conveniente que en medio de todos los escándalos que lo rodean ahora y los juicios penales que se le vendrán después, por ahora personas como Petro y Piedad Córdoba tengan que terminar siendo los responsables de un delito en el que ni siquiera participaron, a pesar de que él lo sepa.

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